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Diario YA


 

El Valle no se toca

Francisco Torres  García

Simple, directo, contundente y exacto. Así es el lema de una campaña popular, surgida desde la  base, sin organización, expontánea y, a veces, casi individual, que se está extendiendo por España. Poco a poco, como una mancha de aceite, se extiende por la geografía española esta pequeña muestra de rebeldía que a muchos parece molestar.

Campaña popular, casi individual, porque funciona a pesar de... Un indignado, y somos muchos, en cualquier punto de España, se descarga la imagen o el cartel, se va a una imprenta rápida y se hace con doscientos o trescientos cartelitos que, con nocturnidad, como un desafío a todos, casi como un conspirador romántico y clandestino, porque cree en la libertad, se dedica a adornar las paredes -y hasta las sedes socialistas- con la imagen de Franco, la bandera de España y la Cruz de Cuelgamuros con una leyenda, “El Valle no se toca”. A la vez son miles los que andan pegando el mismo mensaje en los muros de facebook, en las cuentas de instagran y en los volátiles envíos de twitter. Miles de españoles, en la medida de sus posibilidades, se están convirtiendo en activistas de una campaña que está despertando conciencias, voluntades y militancias dormidas ante la barbarie, el sectarismo, el talibanismo, el liberticidio, que quieren perpetrar una banda de profanadores de tumbas encabezada por Pedro Sánchez. Llamémoslo por lo que son sin recurrir al eufemismo, pero recordemos que si lo hacen, si estiman que es posible hacerlo, es por el silencio cobarde de los que no han sido capaces de derogar la izquierdista y mal llamada ley de la memoria histórica pese a contar con mayoría absoluta.

Lo curioso, y quizás lo sociológicamente significativo, es que en unas semanas Pedro Sánchez está consiguiendo despertar un apolítico neofranquismo; un sentimiento de que la historia no es como nos la están contando y que quieren imponer como verdad oficial e indiscutible mediante leyes represivas y totalitarias. A lo que sin duda contribuyen toda esa maraña de periodistas, tertulianos y reinas de la mañana que exhiben antifranquismo verbal y que argumentan con el insulto cuando se enfrentan a las educadas, calmadas y razonadas intervenciones de los representantes de la también perseguida Fundación Nacional Francisco Franco. Así, el Caudillo, nueva estrella mediática, se está convirtiendo en el héroe resucitado que aún es capaz de presentar batalla a la izquierda. El enemigo de la izquierda, a ojos vista, se llama Franco y eso despierta simpatías en la base social que no es de izquierdas. Todo ello cuando la derecha española y el centro derecha andan en otra cosa, acomplejados ante la pretendida superioridad moral de la izquierda. No lo digo yo, lo dicen las encuestas.

Ya se había publicado algunas encuestas en las que se traslucía la oposición de una parte significativa de los españoles al proyecto de Sánchez. Y eso que las preguntas que se encargaban procuraban matizar la realidad no fuera a ser que se pensara que en España todavía quedan millones de franquistas sentimentales. Una más reciente, de una empresa reconocida, publicada por el diario El Mundo, resulta cuanto menos significativa y da mucho que pensar ante el efecto que pudiera causar la prolongación in crescendo de la campaña “El Valle no se toca”. El 38% de los españoles quieren que Franco permanezca en el Valle de los Caídos, así de rotundo (el 41% es favorable a sacarlo). No es necesario ser sociólogo para entender que entre el 21% restante, que “ni sabe ni contesta”, sin duda en gran parte por la presión antifranquista, por el “miedo” a la pregunta -recordemos que el PSOE quiere multar y encarcelar si se da una opinión positiva sobre el Generalísimo-, hay un porcentaje significativo de opinión oculta, sobre un 10%, que también quiere que Franco continúe, como le corresponde, en el Valle de los Caídos. Tampoco se necesita ser experto en estadística para comprender que, traducido a votos porcentuales, la opinión contraria al proyecto de Sánchez y a la versión ultraizquierdista (destruir la Basílica) supera ampliamente los techos de la suma de los votos del PP y Ciudadanos.

Lo anterior se produce en un tiempo en el que los líderes y cargos de la derecha y el centroderecha no saben, no contestan o recurren al escapismo de “no mira al pasado”, porque son incapaces de anunciar la derogación de las leyes de memoria histórica o de mantener que por razones históricas Franco permanecerá donde está. El problema radica en que en realidad asumen, por ese complejo de inferioridad moral ante la izquierda, el discurso de la izquierda y creen que es cuestión de darles algo para conformarles o en hacer gestos (hay está Núñez Feijóo apuntándose al antifranquismo por el Pazo de Meirás). Así vemos al aspirante a presidir el PP, diputado Casado, recordando que en su familia hay víctimas de la represión franquista y hablando de los cuarenta años tétricos y oscuros que padecimos -Soraya diría lo mismo porque está encantada con la LMH-; y no pocos esperan que Sánchez desentierre a Franco para quitarles el problema y poder ser los beneficiarios electorales de la indignación con declaraciones estereotipadas que hagan parecer lo que no es. No solo ellos, sino que en eso también andan, pese a declaraciones twittearas también estereotipadas los aspirantes a líderes de la verdadera derecha poniéndose de perfil y no se les ve si el compromiso con Franco es directo. No nos olvidemos del lenguaje del naranjito cuando dice que lo que no quiere es que se hagan homenajes a Franco en El Valle -sólo desde la liviandad del verbo de Rivera se puede confundir una Misa y deja unas flores en una tumba con un homenaje-. Estoy seguro que desearían borrar a Franco, porque se ponen muy nerviosos cuando la izquierda les llama franquistas. Su problema, según las encuestas, es que la inmensa mayoría de  sus votantes quieren que Franco siga en El Valle. El mensaje es claro, el Valle no se toca, de ahí la aceptación de una campaña de opinión pública que puede crecer y crecer porque para la izquierda es un tema capital en su discurso político porque con él puede golpear a quienes son incapaces de defenderse. Los que no lo tienen claro son los lideres y cargos del PP, de Ciudadanos y de otros.

Escribo estas líneas como análisis en la tarde de noche del 15 de julio y debiera haber empezado por aquí. Tengo delante la Cruz del Valle de los Caídos. Casi no hay ruido bajo la arquería de la Hospedería. Ha sido un día especial. Varios miles de españoles han acudido a rezar y a protestar con su rezo, aunque la prensa busque sólo la caricatura, aunque reconozca que había miles de personas. Son de esos que han hecho suyo el lema: el Valle no se toca.

Varios miles en un domingo de fin de semana estival. Españoles a los que se les ponen pegas para poder entrar a oír Misa porque les dicen que la parte habilitada de la Basílica está llena. Larguísimas colas esperando a que los funcionarios de Patrimonio les dejaran entrar cuando acabara la Misa a la que no habían podido acceder aguantando casi dos horas y sin saber si podrían entrar porque la cola en vez de disminuir se alargaba. Españoles que no han estado aquí porque sí, sino porque, como ha recordado el sacerdote al hilo de la Escritura, son parte de los elegidos que se convertirán, si ellos lo aceptan, en enviados para difundir el mensaje. Y ese mensaje es “el Valle no se toca”. Lo que significa, dirigentes políticos varios, que se quiere que se mantenga fiel al designio de su creador: lugar de descanso hasta la Resurrección y de Reconciliación; que José Antonio y Franco permanezcan donde están.

Pero “el Valle no se toca” es también el lema de quienes quieren preservarlo. El recinto está deteriorado, las filtraciones han hecho daño, los grandes manchurrones están a la vista; el abandono de algunas zonas, como las deportivas de la Hospedería, las matas que no se quitan muestran la desidia de todos los gobiernos: unos, porque su sueño es destruirlo o que se caiga; otros, suspiran para que se cierre por peligro y así acabar con el problema. Lo que queremos, frente a unos y a otros, es que El Valle recuperé todo su esplendor.

Es curioso como a muchos, el día de hoy, bajo la amenaza cobarde y ruín de Pedro Sánchez acompasada por la manipulación de la justicia y del Estado de Derecho a la que pretende dar cobertura de legalidad y legitimidad Carmen Calvo, nos ha cambiado el día la percepción. En una mañana azul y hermosa, en el Valle, varios miles de españoles han visto como el pesimismo se transformaba en optimismo, porque el adversario lo tiene todo menos la razón. No hemos salido de allí con la sensación de que habíamos despedido a Franco y a José Antonio, que la próxima vez ya no estarían allí. Al contrario, algunos asumimos, frente a los pesimistas, que ha sido una victoria más, días ganados para la resistencia, para engrosar las filas, para seguir presionando, para defender una verdad que poco a poco se abrirá paso.

Puede que Pedro Sánchez y su corte de mentirosos, desde su anuncio no ha dicho ni una sola verdad, se atreva a emplear la fuerza. Es el único camino que le queda vulnerando el Estado de Derecho y profanando una tumba. Frente a esa posibilidad real queda rezar y difundir. Hemos sido los elegidos y ahora tenemos la obligación de ser los enviados. De no desfallecer en un combate que se anuncia largo y en el que triunfará aquel que no desista. Rezar, para que determinadas conciencias cambien y abandonen el no querer alzar la voz para defender a quién fue Caballero de la Suprema Orden de Cristo.

Puede que Pedro Sánchez, vulnerando la ley, utilice las amplias vías totalitarias que tiene a su disposición el ejecutivo y proceda a una exhumación escoltada/protegida por miles de guardias civiles. Es posible. Puede utilizar una ley que no será enviada al Tribuna Constitucional porque la mitad  del Parlamento está preso de su cobardía moral, pero no podrá esquivar la posibilidad de acabar un día en el banquillo como profanador de tumbas y violador del Estado de Derecho. Pero frente a la posibilidad nosotros nos aprestamos a seguir dando la batalla bajo el lema de “El Valle no se rinde”. Una causa justa.

 

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