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La Iglesia no admite y condena la utilización de fetos abortados directamente para vacunas contra la Covid-19

LA IGLESIA CATÓLICA Y LAS VACUNAS

•    La cuestión del uso de las vacunas en general y la de la Covid-19 en particular, están provocando inquietud en la sociedad por las posturas divergentes y por cierta desinformación en casos puntuales. No es de extrañar que la Iglesia Católica, se haya manifestado con acierto y prontitud, sobre algunas cuestiones morales que plantea el problema de la vacunación. Con frecuencia en algunos ambientes claramente hostiles a la doctrina moral de la Iglesia, se denosta su postura moral con el falso prejuicio de que se trata de una mera cuestión científica en la que la Iglesia no tiene autoridad oficial.
•    Lo que resulta ridículo y reaccionario si se analiza la gran importancia que la Iglesia siempre  ha dado a las cuestiones sanitarias, durante siglos, cuando era ella la más comprometida- Algunos políticos claramente intolerantes rechazan cualquier pronunciamiento de la iglesia porque según ellos la fe y la oración de nada sirven para  curar enfermedades. Ciertamente la iglesia no entra a valorar la seguridad y eficacia de las vacunas, cuestión que es propia de la investigación biomédica y de las agencias para los medicamentos. Aunque la Iglesia siempre pide en este campo la opinión de profesionales del reconocido prestigio, como a los miembros de las Academias Pontificias.
•    La Iglesia aborda la problemática de las vacunas desde las perspectivas morales y éticas. Así sostiene que por razones de moral práctica la vacunación no es por regla general, una obligación moral y por lo tanto, debe ser voluntaria, porque la moralidad de la vacunación depende no solo del deber de proteger la salud propia, sino también del deber de atender el bien común, por lo que puede ser recomendable para proteger a los más débiles y a los más expuestos. Es, además, muy importante moralmente para las industrias farmacéuticas, los gobiernos y las organizaciones internacionales, garantizar que vacunas eficaces y seguras desde el punto de vista sanitario, y éticamente aceptables y que tengan en cuenta a los países más pobres y sin  un coste excesivo para ellos. La falta de acceso a las vacunas se convierte de algún modo, en otra forma de discriminación e injusticia que condena a los países pobres a seguir viviendo en la indigencia sanitaria, económica y social.
•    La Iglesia no admite y condena la utilización de fetos abortados directamente para vacunas contra la Covid-19, según la instrucción Dignitas Personae de la Pontificia Academia por la Vida.
•    Fidel García Martínez Licenciado Ciencias Eclesiásticas. Catedrático Lengua Literatura

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