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Diario YA


 

Editorial: "Almudena Grandes"

Si de algo puede presumir la izquierda giliprogre española (la única que aún pervive, porque la estalinista se fue a la sala de los horrores de la Historia, con su inventor) es de haber patentado un lenguaje chusco y barriobajero, zafio y vulgar, que la caracteriza y la hace inconfundible. Usted diga que, si se fija uno, al final de un artículo indecente preñado de insidiosas falacias o de epítetos gruesos (y gratuitos), siempre estará la firma de algún socio-listo o de alguna socia-lista.

Por eso, nada sorprende del comentario realizado en El País por Almudena Grandes, pésima escritora que, a fuerza de no poder vivir del cuento (o sea, de la novela), procura, en vano, hacer carrera como columnista. El arte en la escritura es una suerte de lotería en la que, además de empeño, es necesario estar tocado por la gracia original que sólo Natura reparte; y mucho nos tememos que a Grandes no le ha tocado ni la pedrea.

Grandes intenta ensuciar, con su lenguaje de taberna mugrienta del Bronx, el inmaculado nombre de la Madre Maravillas. En parte, es lógico. La santa fue ejemplo de virtud…, y eso suele despertar envidia en quien no tiene la humildad de saber reconocerlo. Su imaginación, exacerbada quizá con el cine que fabrica los viernes, de madrugada, la televisión del grupo en el que escribe, debe estar muy perjudicada para inventar escenas como la que propone. Todo realmente sucio, muy sucio.

Si la fracasada novelista no es creyente, bastaba con decir que no aprecia la vida ejemplar de Maravillas. Si prefiere la vida disoluta a la contemplativa, sobraba con subrayarlo. Pero esta suerte de matones de la palabra (recordemos que también quiso “fusilar a unas cuantas voces de la mañana” hace tiempo) jamás se conforman con el intercambio de ideas; lo suyo siempre ha sido chequista y un poco golfo.

Grandes: deja de emporcar tu mente con porno barato de chicos sudorosos, que a ciertas edades se pagan los excesos. Escribe lo que quieras, pero respeta a quienes han llevado una vida absolutamente ejemplar, inalcanzable, desde luego, para los pecadores frecuentes que por aquí andamos. Y recuerda: no ofende quien quiere, sino quien puede. Al lado de Maravillas, no sólo no eres Grande…, tiendes a diminuta.

Miércoles, 26 de noviembre de 2008.

Etiquetas:editorial